Os dejamos la teoría de como os debéis de tirar de cabeza al agua
Zambullirse de cabeza es la manera más rápida de entrar en el agua y permite dirigirse lo más deprisa posible hacia una dirección determinada.
Por otro lado, el hecho de sumergir la cabeza en primer lugar favorece la adaptación inmediata al medio líquido y a su temperatura, lo que evita la desagradable sensación de escalofrío que produce la inmersión gradual del cuerpo, empezando por los pies, en una piscina de agua fría o en el mar.
La mayor parte de personas, cuando se zambullen de cabeza, colocan el cuerpo en posición plana.
Así, al final del «vuelo», el nadador se sumerge con el torso doblado y, en consecuencia, las manos y el tronco entran en el agua por un sitio y las piernas y los pies lo hacen por otro punto más atrasado. La consecuencia es el aumento de la resistencia y la disminución de la velocidad de avance durante el deslizamiento.
El hecho de que las manos, el pecho, las caderas y los pies tomen contacto con el agua en distintos puntos y casi de forma simultánea origina una turbulencia considerable que repercute en una rápida deceleración. Para aprender a tirarse con una técnica efectiva, hay que adoptar la posición de «arco» durante el salto. Es decir, dirigir el cuerpo hacia arriba y, una vez alcanzado el punto más alto, doblar la cintura para reorientar la dirección del cuerpo hacia el agua.
Gracias a esta trayectoria, la cabeza y los pies entrarán en la piscina por el mismo sitio, lo cual genera pocas turbulencias y permite un buen deslizamiento en el agua.
Los pies deben ir juntos, los brazos estirados delante de la cabeza.
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